Leyland Buffalo de Transportes Papa Ali, toda una joya

·  Un post de Míriam Ballesta
Tiempo de lectura: 7 min.

Escasamente conocido, el Buffalo fue el último modelo que llegó a España de la famosa serie zoológica de Leyland. No alcanzó, ni de lejos, la fama de sus antecesores Beaver o Hippo. La verdad es que, aunque su propulsor llegaba a los 200 CV, nunca demostró ser demasiado fiable.

Para complicarle más las cosas, también las marcas nacionales ofrecían motores de 200 CV. Estaba claro que no lo iba a tener nada fácil.

No obstante, Leyland seguía siendo una firma muy conocida en nuestro país y, lo que es más importante, querida.

Leyland Buffalo Papa Ali

Ya en anteriores trabajos hemos recalcado lo que significó el camión inglés en el colectivo transportista español, así como la profunda huella que dejó. Ello se tradujo en una fidelidad que en muchos casos se convirtió en incondicional.

Esa lealtad se trasladó años más tarde a DAF, aunque eso es otra historia. Entre unas cosas y otras, no fue muy numerosa la producción del Buffalo y prácticamente testimonial su presencia en España.

Una de esas escasas unidades que llegó a España es la protagonista de esta nueva entrega de nuestro “Rincón del Restaurador”.

Encarna de noche

La historia de cómo Transportes Papa Ali adquirió este Leyland bien pudiera formar parte de un guión cinematográfico, porque no tiene desperdicio alguno. Hace varios años, y con ocasión de una visita de trabajo a Madrid, el gerente José García (Pepe) supo por un amigo de la existencia en pleno centro de la capital de un Rolls Royce que perteneció a la desaparecida locutora de radio Encarna Sánchez.

Leyland Buffalo Papa Ali

En su condición de entusiasta de toda clase de vehículos clásicos, no lo dudó y quiso verlo. La dirección que le indicaron correspondía a un portal en el que, ni de lejos, parecía posible que se pudiera albergar vehículo alguno.

Tras un tiempo sin que nadie apareciera, llegó el portero y le dijo a Pepe que así era, que allí estaba el coche en cuestión. El Rolls estaba en el sótano del portal, guardado en una cochera individual dentro de un gran espacio sumido en la oscuridad.

Dentro de esa estancia, y una vez la vista se acostumbró a la penumbra, Pepe no podía dar crédito a lo que tenía delante: dos Leyland Buffalo y un Fiat chato con volante a la derecha. Apareció una linterna y pudo leer en sus puertas el nombre de los propietarios.

Rápidamente empezaron las gestiones por teléfono. Los dueños dijeron que no había problemas en vender los Leyland, pero no quisieron desprenderse del Fiat. El primer paso estaba dado.

Empiezan los problemas

Estaba claro que no iba a resultar nada fácil poder sacarlos de donde estaban. Ese sótano había sido el patio exterior de un edificio al que el crecimiento urbano de los alrededores había convertido en una especie de cámara sellada.

Una cripta a la que se accedía por una puerta de garaje no demasiado sobrada de altura y que iba a complicar, y mucho, las operaciones necesarias para sacar los camiones.

Los vehículos no estaban en disposición de ser arrancados, lo que dificultaba más la situación.

Leyland Buffalo Papa Ali

Una vez se planificó la operación salida, hubo que empezar por cortar los laterales altos de las respectivas carrocerías. La escasa altura impedía meter una grúa grande dentro del recinto, por lo que fue un vehículo de rescate todoterreno el que tuvo que encarar los camiones con la puerta, para que una grúa preparada los sacara a la superficie madrileña.

En estas operaciones, Pepe tuvo que echar mano de los muchos, y buenos, amigos que tiene en Madrid, que le facilitaron medios y personal para todas las operaciones necesarias.

Ya fuera de su particular estancia, los camiones marcharon a Lorquí, en Murcia, donde la empresa tiene su sede. No había prisa y era importante hacer un buen trabajo llegado el momento de su restauración.

Durante bastante tiempo estuvieron en una campa, junto a otros camiones que Pepe y sus hijos tienen, a la espera de ser restaurados e incluidos en su conocida colección de camiones clásicos. Una de las mejores de España, sin duda, y en la que todos los vehículos están en perfecto estado de marcha.

Leyland Buffalo Papa Ali

El comienzo de los trabajos se demoró hasta que llegaron algunos repuestos necesarios para el Leyland Buffalo. El radiador era el principal problema al que se enfrentaban. Tener dos vehículos iguales era una baza a explotar llegado el caso.

Aunque no era cuestión de canibalizar, sin más, uno en beneficio del otro. Estamos ante un modelo escasísimo y eso había que tenerlo en cuenta.

Es curioso, pero es muy difícil encontrar dos Leyland Buffalo iguales. Los camiones de Pepe tienen la cabina construida por Scammell y un motor Albion de 200 CV.

Tanto una como otra eran viejas marcas inglesas que, junto a otras, Leyland Motors LTD acabó absorbiendo. Animado, y una vez solucionada la problemática de los repuestos, Pepe puso en marcha a su gente.

Operación a conciencia

Como en todo trabajo de restauración en profundidad, el camión se desmontó entero. La cabina quedó en Lorquí y el chasis y el motor marcharon a los talleres del servicio MAN en Alicante, propiedad de Transportes Papa Ali.

Mientras se finalizada la cabina, un equipo en Alicante encabezado por Juan Antonio y Ángel estaba repasando a fondo motor, transmisión y todos los elementos mecánicos del camión.

Leyland Buffalo Papa Ali

El chasis había sido chorreado con arena, para posteriormente ser pintado con una terminación en rojo-patente, muy propia de los Leyland y de los camiones clásicos ingleses. Tras instalarle la cabina, se rehizo la instalación eléctrica y otros muchos trabajos de diversa índole. Ya finalizado, el Buffalo retornó a Lorquí, para ser finalmente carrozado.

Este trabajo se realizó en Talleres Bareca, a unas escasas centenas de metros de la sede de Papa Ali. La intención era construir una caja en cierto modo similar a la que tenía el camión, parecida a la creada por Gozalbo cincuenta años atrás. Una caja de tipo medio sin laterales altos y sin cartolas abatibles.

El encargo consistía en hacerle la estructura y piso, así como el hueco para la litera, que estos camiones solían llevar.

Leyland Buffalo Papa Ali

En este punto quiero agradecer las facilidades y atenciones que recibí en talleres Bareca por parte de todos y en especial de José Antonio. En poco tiempo se finalizó, y el camión retornaba a la nave principal de Papa Ali.

Quedaba por terminar el tapizado interior de la cabina, diversos trabajos menores y el forrado de madera de los laterales de la carrocería.

Excepto del tapizado, del resto se encargaron Thomas y Valero, dos empleados de Pepe, verdaderos puntales con dotes para realizar multitud de trabajos, siempre de calidad garantizada. En el desempeño de su trabajo son buenísimos; en el trato personal, mejores aún.

Transcurridos cinco años desde aquella escena del sótano madrileño, el resultado final ha de calificarse de sobresaliente.

Aunque el motor del Buffalo no tiene el ralentí clásico de Beaver o Hippo, su motor suena redondo. Se puede decir, tranquilamente, que es un camión único en España y de los pocos que probablemente queden en el mundo.

Mi sincero agradecimiento a Pepe y a sus hijos, Ali y José Ramón. Gracias por hacerme sentir tan a gusto en vuestra casa y por tanta ilusión puesta en esa maravillosa colección de camiones, en concreto, este Leyland Buffalo.

Pepe y sus hijos siguen haciendo grande el nombre de Papa Ali y, sobre todo, el recuerdo de la persona que con ese nombre era conocida y respetada: don Ildefonso García López.

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