El bombero Magirus-Deutz Merkur

·  Un post de Míriam Ballesta
Tiempo de lectura: 7 min.

Con la llegada de la década de los sesenta, el Ayuntamiento de Cartagena quiso dotar a su cuerpo de zapadores-bomberos de vehículos más acordes con los tiempos que corrían. Para ello adquirió algún Pegaso, Land Rover y varios Sava-Austin. Todos eran vehículos de fabricación nacional, aunque la mayoría contaba con la respectiva licencia extranjera. Se podría decir que, según los cánones de la época, tanto en personal como en material se consideraba que el parque de Cartagena disponía de los medios acordes con la población y la extensión de su término municipal, aunque en lo que a emergencias se refiere, esto es siempre algo muy relativo.

Por otra parte, y al proliferar la nueva construcción de edificios de varias plantas, se echaba en falta la presencia de un camión moderno y especializado en el auxilio de altura, que facilitara el acceso al interior de las viviendas siniestradas. Al igual que innumerables parques de bomberos, el cartagenero optó por un modelo contrastado y sumamente especializado: el camión autoescala Magirus Deutz Merkur.

Magirus Bomberos

Finalizando 1964, llegaba desde Ulm, en Alemania, el deseado Magirus. Parece ser que junto a él llegó un gemelo para el Ayuntamiento de Murcia, gemelo que sufrió un grave accidente años después, a consecuencia del cual fue dado de baja. Desde su llegada a Cartagena, el Merkur se hizo muy popular en toda la ciudad. El número de intervenciones y rescates en los que participó, estando en activo, pueden contarse por miles. Fueron multitud de incidencias de índole menor y otras más considerables, como el gran incendio sufrido en la refinería de petróleos de Escombreras en octubre de 1969.

Su escalera de 30 metros fue de mucha ayuda para refrescar las paredes de los tanques de combustible incendiados. Sus actuaciones abarcaron toda clase de emergencias: inundaciones, caída de árboles, remolque, rescates y un larguísimo etcétera, en el que por supuesto figuran muchos incendios.

De forma paulatina fue perdiendo protagonismo al incorporarse material más moderno. Mediados los ochenta, e incluso en los noventa, era habitual verlo destacado en el retén que se formaba en cabo de Palos y La Manga, con ocasión del período estival. De ahí pasó a ejercer labores de escuela, hasta que comenzados los años 90, y tras efectuar tres cambios de ubicación del parque, se dio de baja como vehículo para emergencias, quedando en las instalaciones del propio parque. Con el paso del tiempo, el camión empezó a “estorbar” y no estaba claro cuál sería su futuro.

Siendo el colectivo de bomberos tradicional defensor de sus tradiciones y orígenes, el de esta localidad murciana no podía ser menos. Se dieron los primeros pasos en tal sentido, y los responsables municipales pensaron en su restauración completa para engrosar el patrimonio cultural del propio ayuntamiento, por lo que se trasladó a un taller de chapa y pintura para empezar la restauración.

Por diversas razones, el Magirus estuvo confinado varios años en ese taller, sin apenas avanzar los trabajos. Daba la sensación de que nadie quería asumir los inevitables gastos y que, desgraciadamente, era el principio de su fin. Afortunadamente, apareció Paco Bernal, transportista y cabo de bomberos del propio parque cartagenero.

Con la sensibilidad de quien ama los camiones clásicos y de quien trabajó, y no pocas veces, con este modelo en concreto, en tanto no se decidía su futuro, recogió el camión para evitar que generara más gastos de forma innecesaria. Paco planteó en primera instancia la posibilidad de hacer él mismo la necesaria restauración. Tras años parado, la bondad de este camión se vio claramente cuando, tras la instalación de dos baterías nuevas, el compacto motor de 6 cilindros en V arrancó al cuarto de vuelta.

Además, los diferentes mecanismos de su escala seguían permitiendo elevarla y girarla. El camión aportaba argumentos propios que decían a las claras que seguía vivo. En cualquier caso, se merecía una restauración acorde con sus características, restauración que finalmente sería efectuada por los talleres Basculantes Ureña. Tras el necesario examen y planificación del trabajo a realizar, el camión se desplazó hasta las instalaciones del taller.

Magirus Bomberos

Restaurar un camión clásico ya es difícil, pero si ese camión clásico es de bomberos, y con una escalera de 30 metros, la tarea se complica. Lógicamente, se trataba de que recuperara su esplendor y de que los diferentes mecanismos siguieran funcionado… pero no adelantemos acontecimientos.

Calidad alemana

El desmontaje de las aletas-guardabarros, capó, puertas y otros accesorios, fue la antesala del trabajo de chapa. Una chapa robusta 100% alemana que, afortunadamente, no tenía demasiado daño, pero que sí necesitó de enmasillado y abundante lijado. Se precisó un orden concreto, para que al finalizar alguna parte no se viera comprometida otra ya terminada.

Todas las planchas que llevaba externamente el camión se llevaron a chorrear. Éstas, junto con los muchos accesorios y embellecedores, finalmente serían cromadas. Llegó la hora de recorrer y pintar la escala. Lógicamente, y con el camión ya avanzado, no se debía sacar al exterior, donde la meteorología podía estropearlo. Decir que la escala mide 30 metros no parece que sea nada especial, pero sacar esos treinta metros en vertical, bajo techo y con otros trabajos del taller alrededor, eso ya es otra cosa.

Matías Ureña fue quien ideó la forma en que se haría este trabajo, aunque, justo es decirlo, cuando se necesitó mover el camión o la escala, ahí estuvo Paco Bernal. Alternando los diferentes frentes abiertos, poco a poco se fueron dando por finalizados.

Tras acabar el pintado del interior de la cabina, se tapizaron los asientos y fueron colocadas alfombrillas en el piso. Todo a medida. Los guardabarros, capó, paragolpes, etc., que se desmontaron en primera instancia, estaban siendo pintados en la nave de pintura por parte del propio Matías.

Mientras, su tío Segundo dirigía el conjunto de los trabajos. Aunque fueran Segundo y Matías quienes más protagonismo tuvieron, podemos asegurar que todos los integrantes de Basculantes Ureña tuvieron, en mayor o menor medida, su cuota de participación.

Con unos mínimos detalles por finalizar, el camión volvió al parque de bomberos. Se trataba del ajuste de los frenos, cambio de neumáticos o el pintado del escudo en sus puertas. Ya en el parque, Juan Conesa Laurero fue el encargado de finalizar esos detalles en el Magirus. Juan es bombero en activo, y fue él quien se encargó de darle esos toques finales que le faltaban.

Magirus Bomberos

Entre otras muchas cosas, reparó los brazos indicadores de dirección que aún conservaba, le añadió accesorios exteriores al camión, efectuó diversos retoques de pinturas y metales, así como una infinidad de cosas más. Una cabalgata de la noche de Reyes marcó la vuelta a la vida de este veterano camión, de forma más o menos oficial. Con Juan al volante, el Magirus hizo las delicias de quienes acudieron a ver el desfile en la noche más mágica de todo el año.

No es usual, en los tiempos que corren, que las administraciones públicas se embarquen en tareas como la que nos ocupa. Por tanto, hay que felicitar al Ayuntamiento de Cartagena por poner su grano de arena en la preservación de los vehículos clásicos industriales, acrecentando, de paso, el patrimonio cultural de la propia ciudad.

Quiero agradecer también las múltiples facilidades recibidas por el propio parque de bomberos de Cartagena, con su responsable Francisco Gómez a la cabeza. Sería injusto por mi parte no dedicarle este modesto reportaje a Paco Bernal.

Difícilmente habría llegado a buen puerto la recuperación del Magirus sin la perseverancia del bueno de Paco. Gracias, amigos.

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