De lluvia casi omnipresente la primera y un muy fuerte viento racheado la segunda, trenzando carreteras en pueblos y ciudades de Aragón, Castilla y León, Euskadi, La Rioja y Cataluña; entre ambos trayectos hemos registrado una diferencia de prácticamente un litro de combustible cada cien kilómetros (8,72 litros a los 100 kilómetros por 7,76 l/100 km), siempre en vacío y con tres viajeros, huelga decir que muy bien acomodados, sin más enseres que el equipaje personal para pasar un Puente de la Purísima que se presumía, y así lo fue, de mucho frío.
Primer envite
El primer trayecto parte de los Monegros, en su parte oscense de Candasnos; y acaba en la localidad burgalesa de Briviesca, con circunnavegaciones (valga dicho término, por la lluvia presente en buena parte del recorrido) por localidades como Espinosa de los Monteros (Burgos) y Nájera (La Rioja). La ruta contempla un total de 637 kilómetros que cabría dividir en dos partes bien distintas, con dos primeros tercios que pasan básicamente por las autopistas AP-2 y AP-68. Y el último tercio, de poco más de 200 kilómetros, por rutas escarpadas de cuatro comunidades autónomas distintas, y casando nacionales, autovías y comarcales de tan distinto signo como la BU-504, N-629, BU-542, BU-530, A-2122, LR-113, N-232, A-12, LR-111 y N-126.
La lluvia persistente y, mucho más aún, la compañía de dos niñas de 11 y 9 años al copilotaje, nos hacen agudizar el sentido común al volante en todo momento, y con especial grado al principio de cada precipitación, pues la primera mezcla con agua y polvo de la calzada es especialmente comprometida. No sólo la distancia de seguridad se ha de, como mínimo, doblar, sino que también hay que hacer uso con mucha más suavidad de todos los mandos de control, desde el volante hasta los tres pedales.
Las relaciones de transmisión en este tramo se muestran muy conseguidas. Todo funciona suave y, a pesar de los rigores meteorológicos que se presumen fuera, el interior del habitáculo es de una insonorización sorprendente y un ambiente cálido… familiar.
Por supuesto, a nuestra disposición se ponen todos los complementos del sensor de lluvia que equipa el Sprinter 316 CDI, que conecta automáticamente las luces de cruce, tanto al entrar a un túnel (muy presentes por la zona del pantano de Sobrón, en su vertiente alavesa, y el valle burgalés de Tobalina) como al aparecer la primera oscuridad del atardecer. Las gotas de agua conectan automáticamente al limpiaparabrisas, adecuando la frecuencia de barrido a la vehemencia que muestren las nubes en cada momento.
El paisaje es abrumadoramente hermoso por esta parte de España, con zonas abruptas y mucha curva; además del citado embalse de Sobrón, que parece mentira que por su hermosura esté básicamente destinado a tan prosaica tarea como la de refrigerar el reactor de la central nuclear de Garoña.
Caída ya la noche, hacemos parada en Nájera, bonita población riojana por la que discurre el Camino de Santiago; y terminamos esta primera parte de la prueba unos 70 kilómetros más adelante, en Briviesca, una de las localidades burgalesas con mayor número de habitantes, tras Aranda de Duero y Miranda de Ebro.
Ahí repostamos y anotamos consumos. Lo dicho: 8,72 l/100 km. No está nada mal, dada la exigencia y heterogeneidad de los más de 600 kilómetros computados.
Autopista y limitador
La segunda parte de nuestra prueba es de signo bien distinto. Un total de 578 kilómetros la componen, de los que tan sólo hay que evaluar de forma distinta los 40 primeros, que son los que transcurren por la N-I, entre las localidades burgalesas de Monasterio de Rodilla y Pancorbo. Pocos kilómetros, pero jugosos, pues nunca perdemos la oportunidad de insistir en las bajezas infraestructurales de esta vía, bien conocida por los profesionales del transporte. Aprovechamos para decir que Fomento acaba de dar por concluidas las obras que durante más de dos años lleva practicando en la N-I, en la que hasta hace bien poco, por poner un ejemplo especialmente sangrante, para entrar a la población de Atapuerca (yacimiento que lleva más de dos décadas siendo uno de los referentes mundiales más importantes para el estudio de la evolución humana), si ibas dirección Irún tenías que virar hacia ella con el cuchillo prácticamente en la boca. Poblaciones por las que cruzaba esta nacional, como Monasterio de Rodilla, Grisaleña, Cameno, Calzada de Bureba, Zuñeda, Cubo o Santamaría Ribarredonda, se ven ahora beneficiadas, todo hay que decirlo, por unas entradas a los pueblos menos decimonónicas; pero a costa de que muchas de ellas hayan quedado un puntito aisladas, cuestión en absoluto baladí en esta parte de España, jalonada por pequeños municipios.
Superados estos 40 primeros kilómetros, los aproximadamente 520 restantes los efectuaremos íntegramente por autopista y autovía (AP-68, AP-2 y A-2), poniendo a todas las huestes de nuestro BlueEFFICIENCY a trabajar, sobre todo la concerniente al limitador de velocidad, que situamos permanentemente en los 95 km/h; tan sólo conmutado en contadas ocasiones para algún que otro adelantamiento, maniobra que se efectúa de manera muy sencilla, todo hay que decirlo, con una ligera presión sobre el acelerador. Para contraste de nuestra prueba, este trayecto estuvo acompañado de un viento racheado que iba incrementándose conforme nos acercábamos a Cataluña, y es que recordemos que ese fin de semana, el primero de diciembre, murieron en dicha comunidad dos personas por los efectos de unas ráfagas que en algunos puntos alcanzaron los 90 km/h.
En nuestro cubículo de casi 7 metros de longitud hay que decir que la cohabitación no perdió quietud en ningún momento, ni tan siquiera tras los, insistimos, contados adelantamientos. Es evidente que en este punto el asistente para viento lateral tenía campo abierto para su lucimiento. En el costado del Sprinter expuesto al viento las ruedas reaccionan frenando, con un efecto direccional que contrarresta el movimiento del vehículo con una eficiencia excepcional.
Como ya apuntamos al principio, el consumo en esta segunda fase de la prueba, con una velocidad de crucero en vacío de 95 km/h, con tres ocupantes y un fortísimo viento lateral, se situó en 7,76 litros a los 100 kilómetros. Buena noticia, que si se suma a un precio del gasoil que empieza a coquetear con la barrera psicológica del euro por litro, esperemos que sobrepase la tregua del, llamémosle, por hacer mención también las fechas en las que nos encontramos, espíritu navideño.